1857 es un año prototípico para el pensamiento procesal constitucional mexicano. Incluso el Juicio de Amparo fue puesto en entredicho en el seno de nuestra más célebre asamblea constituyente y la Constitución que de ella emanó jamás dejó de intrigar a personajes tan ilustres como don Emilio Rabasa, nacido poco antes de la promulgación del texto fundamental y eficaz impulsor de un acercamiento más realista y menos legalista al control de la constitucionalidad y a la garantía de los derechos básicos del ser humano.
Al amparo de Rabasa surgió una escuela crítica e, incluso, una Escuela de Derecho, la Libre, próxima a cumplir sus primeros cíen años. En estas páginas se agolpan nombres constitucionales:, Juárez, Zuloaga, Lerdo, Miramón, Olvera, Arriaga, Couto, Ocampo, Ramírez, Wilson, Bagehot, Herrera y Lasso, Tena Ramírez, Martínez Báez, Castro y Castro, Gaxiola, Fix, Rodríguez Gómez y, por supuesto, Rabasa. El lector hallará referencias importantes a la historiografía sobre el tema, que iniciara el propio Rabasa y que incluye a Hale, Lujambio, Icaza, Grossi, Fioravanti, Garciadiego, Del Arenal, Cruz Barney, Vázquez Pando, Villalpando y tantos otros. Se trata, ante todo, de un esfuerzo por dotar de dimensión sustancial a una democracia que, como la mexicana, aún está por demostrar sus enormes alcances en términos de cultura constitucional y de desarrollo socioeconómico para las mayorías anhelantes de una orilla importantísima de Occidente. Con la tozudez propia del demócrata convencido, los autores pretenden poner la técnica jurídica al servicio de la comprensión histórica y, por qué no, de la reconciliación nacional.
