Durante los últimos veinte años las propuestas de clasificación de los sistemas de justicia constitucional han sido tan numerosas y variadas como para competir con los conocidos cincuenta tonos de gris, rojo y negro. La pregunta entonces es: ¿realmente se requiere otro libro sobre la justicia constitucional comparada? La respuesta es sí. Es útil dar un paso atrás y llevar a cabo una reflexión seria y madura sobre el propósito y el método de las clasificaciones, ya que el aspecto epistemológico de este asunto siempre ha sido rechazado por los publicistas. Es necesario, aun dentro de una reconstrucción histórica tradicional, escuchar propuestas no ortodoxas, especialmente respecto a ese laboratorio constitucional que es América Latina.
