La pandemia ocasionada por la coronavirus disease (Covid-19) nos obliga a tener lecturas como las ofrecidas en este libro, que ponen en relieve algunos de los pilares actuales e importantes en el campo de la ciencia jurídica: La cuestión del género y del relacionamiento humano a través de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
Las y los abogados no podemos dejar de lado el tema de la tecnología en relación con las cuestiones de género. El rol de la mujer en la ciencia y tecnología, la vulnerabilidad de niñas y mujeres, el teletrabajo y en definitiva los diferentes ángulos de consideración de la perspectiva de género vinculada a los medios digitales, representan una parte sustancial del formidable cambio de esencia de las relaciones humanas en la sociedad actual.
Por otra parte, las llamadas tecnologías disruptivas que hemos venido utilizando bajo incesante avance, como son las redes sociales, han tenido a su vez su propio impacto a manos de la consabida pandemia planetaria.
De lo expresado, deriva la importancia de la relación género, derecho y tecnología.
El libro se articula y organiza en tres áreas fundamentales: (i) mujer, ciencia y tecnología, (ii) roles
y estereotipos de género en las redes sociales y la generación de conflictos sociales, y (iii) perspectiva de género.
PRÓLOGO
En 2017 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) mostraba la escandalosa relación entre la pobreza y las otras desigualdades sociales en América Latina al indicar que el 10% de la población acapara el 71% de la riqueza. Todavía peor, solo el 1% del grupo de privilegiados controlaba el 40% de los recursos, mientras que la mitad de la población en situación de pobreza solo accedía al 3.2% de la riqueza.
El informe mostraba además que, en materia de tecnología, el acceso también es desigual. Además de la situación económica, las carencias de acceso a la tecnología también conectaban y reforzaban otras desigualdades como las de genero, las demarcaciones geográficas o grupos sociales, entre Estados y dentro de los mismos; así decía, la brecha digital no solamente esta´ relacionada con la disponibilidad del acceso a Internet, sino también con la calidad, la información y los conocimientos técnicos necesarios para que el acceso a Internet sea útil y provechoso para los usuarios.
Siendo considerada la región con mayor inequidad del mundo, por esa misma época se hablaba de que la situación mejoraba gracias a que la economía crecía. Tres años después de este informe la pandemia llega y con ella el fantasma de retroceder el terreno ganado a la desigualdad. La aceleración de la digitalización de nuestras sociedades ha tenido como efecto la ampliación de las brechas, de modo que la capacidad económica y el acceso a la tecnología coinciden todavía más. Pero, seguro que esas otras desigualdades se acentuaron también, sin embargo, los Estados no producen datos diferenciales que nos permitan confirmar esa sensación.
Es decir, sabemos que la desigualdad crece, pero no podemos medirla desde una perspectiva feminista. Por eso debemos afirmar que la pandemia hizo más urgente el llamado de la CIDH a considerar esos otros aspectos de la brecha digital y estudiarlos. Este tema puede ser uno de los tantos a los que se refiere la tríada Género, Derecho y Tecnología, el objeto del libro, que lo que busca es aproximarnos a las personas en su diversidad y en su propio entorno, importando su género, como también su raza, su etnia, su multiplicidad de condiciones y por tanto su vulnerabilidad.
Desde el mapa regional de la brecha digital y su impacto para las poblaciones vulnerables su lectura aporta una evidencia gráfica de la urgencia de documentos como éste. Al final la mejor forma de abordar y enfrentar las desigualdades es si las entendemos, visibilizamos y exploramos.
Así el recorrido que este libro hace de la tríada Género, Derecho y Tecnología puede verse como un camino hacia ese destino de la inclusión de las mujeres en una sociedad donde la tecnología está muy presente y facilita el ejercicio de derechos.