Este libro visionario de Juan Manuel Haddad explora el futuro de la abogacía en un mundo dominado por tecnologías exponenciales. Cuestiona los límites del modelo de transformación digital actual, que prioriza los procesos internos, para proponer un cambio de paradigma: diseñar un ecosistema legal que democratice el acceso a los derechos y simplifique los procesos legales.
Desde el Círculo de Oro de Simon Sinek hasta el pensamiento moonshot, el autor presenta metodologías innovadoras que se centran en el propósito e impacto en el cliente. Desafía la idea tradicional del abogado como inter-mediario, para posicionarlo como un facilitador de soluciones en un mundo hiperconectado, anticipándose a la tecnología y redefiniendo la profesión para mantener su relevancia.
En palabras del autor, la abogacía exponencial no se trata de ser más eficientes, sino de ser más útiles, de cambiar las reglas del juego y poner a las personas en el centro.
Abogacía exponencial. Pienso en grande, luego existo, es una guía imprescindible para quienes buscan entender cómo la abogacía puede adaptarse y liderar en un futuro donde, sin duda, los derechos deben ser tan accesibles como la tecnología.
PRÓLOGO
NOBLEZA OBLIGA
Querido/a lector/a,
Este libro que tenés en las manos, o frente a la pantalla, fue escrito con la asistencia de... ¡chan!... ¡ChatGPT! Sí, una inteligencia artificial. Y antes de que empieces a pensar ¿Otro que le entrega todo a las máquinas?, te aclaro: ¡para nada! Dejá que te cuente cómo fue en realidad. Este libro lo escribí yo, pero tuve a ChatGPT como compañero de ruta.
Me ayudó a superar el famoso síndrome de la hoja en blanco. Ese que hace que te quedes mirando la pantalla sin saber cómo arrancar. Bueno, ahí apareció ChatGPT, con sus sugerencias, con ideas que iban cayendo como fichas, y de a poco las palabras empezaron a acomodarse solitas. Así, la cosa empezó a fluir.
Al principio, no fue fácil. Era como si estuviéramos hablando dos idiomas distintos, pero nos fuimos entendiendo. Y en ese proceso, mi creatividad se estiraba, como si me diera nuevas herramientas para decir lo que quería, pero de otra forma. No, no es que la inteligencia artificial sea un literato ni mucho menos, pero me ayudaba a buscarle la vuelta a lo que quería decir.
Pero lo más interesante fue que, de alguna forma, fue como experimentar un poco lo que se viene con la inteligencia artificial: trabajar en equipo con ella. No es solo una herramienta que usás y ya. Es como tener un compañero de laburo que te da otra perspectiva, te ofrece ideas que tal vez no se te habían ocurrido y hasta te ayuda a mejorar lo que vos ya tenías en mente. Esa sensación de co-crear con una máquina, como quien trabaja codo a codo con alguien en el escritorio de al lado, fue reveladora. Y, en muchos momentos, también divertida.
Quiero que quede claro: no le estoy entregando todo a las máquinas ni te estoy vendiendo un libro hecho por una IA. No, no. Esto fue un experimento, una forma de ver hasta dónde podía empujar mi creatividad con un ayudante tan particular.
Y, por supuesto, sé que este libro tiene errores, algunos puntos flojos, respuestas que capaz se quedan cortas o preguntas que tal vez ni siquiera sean las correctas. Pero no pretendí hacer un libro perfecto. ¡Para nada! Lo que quise fue abrir la puerta a la conversación, incomodar un poquito, sacudir el tablero del ecosistema legal y ver si podemos transformarnos en algo más cercano a lo que la sociedad realmente espera de nosotros.
Así que, si mientras leés te sentís un poco incómodo, si alguna idea te hizo ruido o te dieron ganas de discutirla, entonces, querido lector, ya valió la pena.
Gracias por acompañarme en esta aventura.