En México se ha tratado de adoptar medidas democráticas para aplicarlas a la solución de los graves problemas nacionales. Pero las vías de acceso a las decisiones fundamentales están trastocadas, por lo que no son pocos los mexicanos que piensan que el único camino que queda expedito para lograr que se les oiga y se les tome en cuenta, es el de la praxis socialista. De otro lado, la falta de participación de amplios sectores en la toma de decisiones cruciales va obviamente en decremento y retardo del desarrollo del país, en todos los órdenes.
La labor supone afrontar grandes retos en el desarrollo de la democracia y en los medios de calificación y punibilidad de la función electoral.
Se han establecido elementos en favor de una potencial democracia y calificación electoral: la mejora progresiva de la protección de los derechos político-electorales; los esfuerzos y avances en la transparencia y el acercamiento a la ciudadanía; la apertura jurisdiccional al diálogo internacional y comparado, etc. Pero existen todavía muchos problemas, porque, en general, falta capacitación y no se utiliza la tecnología avanzada; lo que dificulta la precisión en el financiamiento de los partidos políticos y en la rendición de cuentas, entre otros.