La trata de migrantes engañados o coaccionados y la migración laboral subrepticia voluntaria implican la entrada ilegal a un país, pero sus connotaciones son diferentes. La migración indocumentada viola los derechos de los Estados; pero no viola los derechos humanos. Los migrantes contratan a traficantes para que les ayuden a cruzar de modo subrepticio a otro país. El traficante de migrantes ofrece un servicio y cobra por ello, y su labor termina cuando los migrantes llegan al lugar de destino. Por el contrario, la trata de personas constituye una violación de los derechos humanos. El tratante de personas se vale del engaño, la coacción y la violencia para someter a sus víctimas a una situación de esclavitud que puede prolongarse durante años.
Los migrantes laborales son clientes de los traficantes, mientras que las víctimas de trata son esclavas de los tratantes. Los migrantes laborales siguen el camino marcado por el traficante, no se separan de él, y permanecen atentos para evitar que les engañe y escape con el dinero que pagaron a cambio de la prestación de un servicio. Las víctimas de trata buscan escapar, y permanecen atentas para aprovechar cualquier oportunidad que les permita huir y poner fin a su cautiverio. El temor de los migrantes laborales es que el traficante huya y les abandone; por el contrario, las víctimas de trata intentan huir de los tratantes.