Justamente la realidad es lo que hace atractiva la materia probatoria, por varias razones complementarias. Tal vez la más evidente es que el mundo por definición es cambiante, aceleradamente cambiante, y eso afecta directamente a la prueba de los hechos, que no siendo la única sí es la más rica en matices y en problemas. Pero además está el eterno problema de para qué probar y, sobre todo en qué consiste probar respecto a la realidad afirmada. Nociones que podemos todos responder con afirmaciones intuitivas, aunque en cuanto empezamos a precisar entramos en discusiones de amplio alcance y de consecuencias diversas.