Es éste un libro abrumador y estimulante al propio tiempo. Abrumador porque descubre como pocos hasta qué punto es grande nuestra ignorancia sobre las cosas que forman parte de nuestro entorno vital más inmediato; estimulante, porque prueba, como muy pocos también, en qué medida la reflexión y el esfuerzo intelectual son capaces de abrir caminos transitables en los terrenos más inverosímiles y, en apariencia, más impenetrables.
Si a cualquier iuspublicista acreditado se le interrogara acerca del posible significado del término «cultura» en nuestra Constitución apenas acertaría a hilvanar unas pocas palabras, y ello en el supuesto de que acertara a evitar la tentación de responder a la pregunta con una simple ironía. La reacción sería, por lo demás, perfectamente explicable, no en vano el término ha permanecido al margen de la teoría y del lenguaje constitucional hasta comienzos de este siglo y ya en él su presencia en los textos constitucionales ha sido, aunque habitual, extraordinariamente comedida, como Jesús PRIETO subraya.
Este solo dato ilustra ya suficientemente los obstáculos de todo tipo que el autor ha debido superar para poder ofrecernos lo que constituye una rigurosa novedad en nuestra literatura jurídica: un estudio profundo y riguroso de nuestra «constitución cultural», en el cual encuentra respuesta no sólo el problema, ya en sí mismo importante, del papel del Estado en relación a la cultura, sino también la propia dualidad, angustiosamente polémica, «nación-nacionalidades», que tanto excita la sensibilidad de unos y otros en ese difícil ejercicio cotidiano de la convivencia política.