Dos años atrás, al proponer una reforma de la Corte Suprema argentina, el Profesor Eugenio Raúl Zaffaroni se preguntaba: "¿Qué hacer con la Corte Suprema en una imaginaria reforma constitucional que adecué nuestra Constitución a nuestra práctica política? Esta es la pregunta completa que deberíamos hacernos, levantando la vista de las cuestiones personales y coyunturales para apuntar a las instituciones que las rigen.
"Los modelos europeos de tribunales constitucionales, con mandatos largos pero no vitalicios y con nombramiento cruzado (no todos provenientes de la misma fuente), han dado resultados interesantes y ofrecen una instancia de control mucho más segura que la nuestra. No se trata de copiarlos, pero el derecho constitucional comparado también existe y cumple la misma función que cualquier otra rama del derecho comparado: ilustra e inspira, nos ahorra el costo de errores ajenos".'
A raíz de esta exigencia, mi amigo el Prof. Raúl Gustavo Ferreyra me propuso dar a conocer en la Argentina un modelo de tribunal constitucional como el que representa la Corte Constitucional italiana, el cual funciona desde hace casi 50 años de manera muy
prolífica.