El mejor mundo estatal posible, todo aquello que pueda existir en la naturaleza y la cultura, es el universo regido por una constitución escrita. Con su natural imperfección humana, se instituye como el mejor que puede escogerse, gracias a la razón y a la experiencia. En pleno siglo XXI casi todos los Estados tienen una constitución que pretende dar fundamento a la ordenación de las existencias en paz.
El Estado constitucional resulta configurado por una ley fundamental. La razón suficiente de una constitución demarca las posibilidades reales e incluso pretendidas para el Estado. La existencia de los seres humanos en una comunidad puede hacerse posible en tanto cada uno limite sus propias posibilidades de satisfacción, restrinja su poderío personal o grupal como "fuerza bruta", se una y establezca la fundación de un Derecho que deje a todos a merced de la razón.