En la novela El color de la cera en su rostro el lector encuentra una manera distinta de enfrentar el drama de la drogadicción y la descomposición familiar, sin alarmismos y sin el tradicional esquema de las novelas cautivadas por la mafia, el sexo y la violencia, asuntos convertidos en el lugar común de la novela en Colombia, especialmente en las últimas décadas.
Está escrita con sensibilidad literaria, honestidad y sencillez; y con un interesante manejo de las situaciones, el lenguaje, los diálogos y los soliloquios. La utilización de símbolos y motivos, sin la intervención del narrador en su significado, dan especial realce para la interpretación que el lector puede encontrar en esta saga familiar, marcada por la oposición y el contraste entre José y su abuela Felisa. Además, el contexto social de la historia conduce la lectura hacia los demás ámbitos de la familia, en una ciudad de tierra caliente y de costumbres relajadas, pero de permanente espionaje y censura de la vida ajena. Óscar Castro García
