Tenemos en nuestras manos una memoria que enriquece el reconocimiento de los campesinos colombianos, de sus aportes a la formación del país, de sus resistencias a la guerra que se les ha impuesto, de sus expresiones culturales, de sus geografías y de sus anhelos de paz y bienestar.
Una estructurada remembrada que viene a multiplicar el tesoro de las historias de Teresa y Eusebio Prada, Gerardo González, Juan de la Cruz Varela, los cuadernos de Jaime Jara.
Baltazar Fernández Mercedes y tantos otros, elaboradas o relatadas por ellos mismos, recogidas por sus hijas e hijos, por estudiosos como Jacques Apríle-Gniset escribano pionero de estas crónicas y ahora Henry Salgado, quien ha apoyado esta reconstrucción en el cotejo cuidadoso de las fuentes disponibles, en las voces de otros caminantes: de este tortuoso sendero y en los aportes de la comunidad de investigadores del Guaviare.
Este relato nos conduce por los territorios construidos por las comunidades de campesinos convertidos en colonos a la fuerza, huyendo de la violencia latifundista y estatal, en la búsqueda de su arraigo; representa igualmente y como lo encontrará el lector, una ruta que enlaza el pasado con el futuro en la perspectiva de una sociedad democrática, justa, amable.