"El presente texto resulta elocuente por sí mismo: es suficiente su lectura para verificar la decadencia institucional que sufre una parte de la judicatura argentina, que muestra solo una fase de la poliédrica penuria general de nuestro Estado de derecho, nunca tan deteriorado desde que hace treinta y cinco afios retomó el ansiado cauce constitucional. Lamentablemente, es el propio proyecto de Estado -es decir, su Constitución- el que se revela ahora incapaz de cumplir con el cometido esencial de toda ley suprema republicana, esto es, distribuir el poder para el ordenado ejercicio de la soberanía popular.
El "Nos" mayestático, primera palabra constitucional, se tambalea por efecto de las mutaciones del poder mundial y de sus actuales tácticas colonialistas. Nuestra Constitución Nacional, proyectada y sancionada en el marco del poder mundial de mediados del siglo xix, resulta inservible en el actual contexto planetario, pues su distribución del poder, lejos de posibilitar hoy el ejercicio ordenado de la soberanía, ha permitido su concentración para que, en forma unipersonal y arbitraria, se rinda esta ante las exigencias del colonialismo financiero transnacional, mediante el acelerado endeudamiento sideral cometido por sus agentes locales, validos del propio aparato estatal.