El hombre históricamente ha sentido la necesidad de dominar a sus semejantes, por la autoridad, el conocimiento o la fé. Esa necesidad natural, convive todos los días con el ser humano, en su conducta, y se decanta, en el Procedimiento Penal, instrumento fundamental para reconocer con claridad si un país responde al moderno garantísmo o sigue viviendo en la barbarie.
Las garantías del procedimiento penal consagradas en la Constitución Mexicana definen el sentimiento de un "Estado democrático y de derecho" empero la añeja y arraigada costumbre de los operadores del derecho penal, sin ciencia ni conciencia rompen con esa aspiración legal y en la realidad, destacan innumerables violaciones a derechos procesales fundamentales.
Es urgente vincular realidad y ley.
Esta problemática en México se reforzó especialmente por algunos criterios de nuestro mas alto tribunal, quienes consideraron a título de legales las detenciones en flagrancia, sustentadas en la obtención ilícita de objetos instrumentos o productos del delito. (Si hay autor y objetos de delito, es irrelevante como se haya obtenido la prueba).