El gran pensador uruguayo Carlos Vaz Ferreira introdujo en una de sus obras, Lógica viva, una sugerente distinción entre lo que llamó pensar por sistemas y pensar por ideas para tener en cuenta. Según él, hay casos en que lo conveniente es pensar por sistemas, lo que quiere decir que se dispone de alguna regla o, mejor, de un sistema de reglas, establecido de antemano y que puede aplicarse para la resolución de un determinado problema; por ejemplo, una ecuación matemática. Pero esto no serviría (o no serviría siempre) cuando se tiene que tratar con cuestiones pertenecientes al campo de la moral, de la política, del Derecho... esto es, con cuestiones de índole práctica (en el sentido amplio de la expresión). Y la razón sería que en el terreno de la práctica (y fuera de los casos rutinarios: o sea, cuando hay que enfrentarse con casos difíciles), no se puede pensar con un único sistema de ideas -nos dice Vaz Ferreira-, dada la complejidad, el carácter controvertido, de esas cuestiones, que suscitan tanto razones en favor como en contra de una determinada tesis o de adoptar un determinado curso de acción: hay que pensar con muchas ideas, con todas las ideas que se pueda, teniéndolas en cuenta a todas, tomándolas como tendencias, en cada caso, equilibrándolas, adaptándolas.
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