La difusión por más de veinte años de las tesis normativistas del profesor Jakobs, se ha logrado dejar sentado en la dogmática penal la ascendencia de la normativización y las deficiencias de posiciones ontologistas, de ahí que a partir de sus postulados se hable ahora de una normativización del Derecho penal. Sin embargo, es la coherencia la nota más saltante del profesor de Bonn.
Efectivamente, no se encontrará en ninguna de sus obras y artículos publicados, posiciones contradictorias. Por lo que puede afirmarse que su sistema es completo y de sólidas construcciones filosóficas (hegelianas) depuradas con aportes propios.
Desde sus inicios el profesor Jakobs dio muestra de sobrada solvencia científica, pues se distanció de la doctrina ontologista dominante en la época (finalismo) para apostar por una corriente innovadora. A partir de tales postulados se entiende ahora que la otrora teoría del delito es una teoría de la imputación, ya que se busca desligar la política criminal de la dogmática con el fin de arribar a postulados más garantistas y realistas.
La importancia de su teoría ha sido destacada en múltiples foros científicos. Pero sus mejores publicistas han sido sus detractores, quienes incluso han llegado a la nefasta tradición de distorsionar su pensamiento y postulados con el único fin de rebatir a través de la difamación lo que dogmáticamente no han podido rebatir. Ejemplo de ello tenemos en la madre patria y también en el Perú, donde incluso se le ha tildado a la posición del profesor Jakobs como nazi o proclive o justificadora de autoritarismos, sin mayor argumento que la moda de ganar prestigio a través de criticar a quien, en ese momento, había logrado con sus postulados remecer los cimientos de una dogmática penal totalmente conservadora. Por cierto que la obra de Jakobs es mucho más liberal, consecuente, racional y lógica que la de esos críticos demagógicos que, por lo común, poco o nada han aportado a la Ciencia del Derecho penal.