Este tercer número de la colección Memoria Criminológica constituye para mi una gran satisfacción, por variados motivos. En primer lugar, y tal como habia anunciado en la Presentación a nuestro número uno -aparecido a comienzos del año 2004- esta colección apunta a dos fuentes materiales del saber criminológico de todos los tiempos: textos fundamentales -en algunos casos antiguos y de difícil obtención (llamados habitualmente "clásicos")-, que se señalan con números dorados en la portada. Tal fue el caso de los trabajos ya publicados, a saber: la compilación en homenaje a Alessandro Baratta y la reedición del casi desaparecido texto de Garófalo, que por primera vez llevó por titulo Criminología. Pues bien, volviendo a aquella presentación originaria, también afirmamos allí que queríamos promover, además, la obra de autores contemporáneos y noveles, en la medida en que la calidad de los trabajos justificara su difusión y que, en tales casos, la portada llevaría el número en color blanco. Hoy estamos cumpliendo con aquel propósito,
ofreciendo el trabajo de Eduardo Balestena, titulado La fábrica penal.