Está claro que a nadie que tenga interés por el sistema penal se le oculta hoy la evidencia de que la criminalidad organizada es un fenómeno gravísimo, que es un fenómeno global por mucho que existan numerosas peculiaridades locales-, y que está inmerso en una espiral de enormes cambios en las últimas décadas.
Si tomamos como punto de referencias para el comienzo de esta evolución para el año 1989 esto es, la implosión del llamado bloque socialista, marcada por la caída del muro de Berlín-, los cambios son impresionantes. Ante todo, ha de constatarse que se ha producido una verdadera internacionalización de muchas actividades delictivas, como indica ya la denominación de la Convención de las Naciones Unidas (Palermo, 2000), dirigida contra la criminalidad organizada transnacional.